(2002)
Rafael Rey Rey
La sociedad moderna sabe cómo piensa la gente haciendo encuestas sobre los temas más variopintos. La sociología usa de la encuesta para medir comportamientos, convicciones, prejuicios, puntos de vista, etc. que luego le permiten diseñar estrategias de comunicación masiva, orientadas a introducir en la opinión pública un determinado mensaje.
La encuesta es una unidad de medida de tipo cuantitativo. Como la estadística, como el censo, sirve para hacer porcentajes de simpatía o antipatía sobre una persona, de inclinación a favor o en contra de una idea, etc. Luego, corresponde al especialista pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo, a evaluar las cantidades y los porcentajes para sacar conclusiones de tipo esencial, ya sea para dar como favorito a una elección o para vender un producto.
Pero todo no es encuestable. Sobre un hecho científico o técnico, la gente opinará a base de suposiciones o de comentarios de oídas, no por el conocimiento directo del suceso. Esa opinión, si se da, responde a una percepción formada por indicios lejanos y dudosamente exactos. El resultado será necesariamente poco científico o poco técnico, y en consecuencia, muchas veces, equivocado en relación con la verdad.
Al conocimiento científico se accede en base a la investigación y al estudio, no a través de preguntarle a la gente lo que piensa sobre un hecho determinado. La ignorancia de un conocimiento debido invalida a una persona para opinar sobre dicho conocimiento, puesto que ignora cómo es. De ahí el sentido relativo de las encuestas, en muchas materias no suficientemente dominadas por el gran público.
El planteamiento de las encuestas, la formulación de las preguntas, la inducción de las respuestas, la manera de plantear los resultados, todo el manejo de las técnicas de las encuestadoras, permite a los responsables de las mismas no solamente recoger el pensar ciudadano sino el participar en la formación de la opinión pública, la misma que luego recogerán y ofrecerán al público.
No todos los hechos están, por eso, sometidos al consenso de la voluntad popular. La ley de gravedad no ha sido promulgada por el poder legislativo sino que está inscrita en la naturaleza de la Creación. Es un hecho físico, como tantos otros que palpamos día a día. Por eso, no cabe legislar sobre modificaciones para perfeccionar la ley de gravedad. Será, sí, materia de trabajo en un laboratorio, para conocer mejor tal fenómeno, enseñarlo de la manera más didáctica posible o sacar de ella aplicaciones prácticas para mejorar la calidad de vida de la humanidad.
La defensa de la encuesta como instrumento de la sociología debe pasar, por eso, por la limitación libre de su uso al que técnicamente le corresponde, sin manipulaciones ni estrategias encaminadas a conseguir objetivos predeterminados, para alcanzar fines prácticos, de interés de quienes desean enviar al público mensajes concretos, sin importarles si realmente son los que corresponden en función de la verdad.