(Correo, 13 Set 2003)
Rafael Rey Rey
El presente artículo fue enviado a Perú 21. No han querido publicarlo. Así entienden algunos la libertad de expresión. Mi agradecimiento a Correo por su ejemplo de amplitud democrática.
En “Perú 21” del lunes 8 de setiembre, Gustavo Gorriti publica un artículo (“Un fascista entre nosotros”) en el pontifica dogmáticamente sobre el fascismo, adjudicándome militancia en el “nazi-fascismo” – movimientos (alemán e italiano), entre las dos guerras mundiales- que ya habían desaparecido cuando yo nací. Un error histórico.
Lo dice porque en un artículo mío, publicado en otro diario, incluí unos argumentos a favor del papel que cumplen en la sociedad las Fuerzas Armadas; expuestos en su defensa por el almirante argentino Emilio Massera, acusado de delitos en la acción de represión contra montoneros de ese país. Pero lo que no dice ese periodista es que yo no justifiqué los excesos en Argentina, ni la posible responsabilidad de Massera. Reproduje sus argumentos, porque tienen validez independientemente de quien lo diga. Una media verdad es a veces peor que una mentira. Gorriti parece no entenderlo.
Afirma que es propaganda “nazi-fascista” la que contienen mis declaraciones periodísticas sobre la “performance” de la CVR, sin considerar que mi declaración política es un grano de arena frente al aparato espectacular que esa misma CVR ha hecho contratando encuestadoras, publicidad en medios y consultores y periodistas a sueldo (como se conocerá en unos días), con gastos millonarios, y shows espectaculares, para tratar de convencernos de sus muy discutibles opiniones subjetivas sobre la pacificación del país. No dice, por supuesto, que uno de los periodistas que ha recibido dinero de la CVR es él mismo. Como dice el viejo refrán limeño: “¡el mono por la plata baila!”.
Dice que yo “ataco con intensidad fanática con métodos similares a los de sendero luminoso”. Así piensa y escribe Gorriti, pero según él el intolerante soy yo. Yo respeto las opiniones ajenas. Las critico con argumentos si no estoy de acuerdo, pero lo menos que puedo pedir es que respeten las mías. Eso es lo democrático.
Dice que el Opus Dei es una orden religiosa que tuvo cercanía con el franquismo. El Opus Dei no es una orden religiosa ni tuvo cercanía con el franquismo. El Opus Dei es una Prelatura Personal de la Iglesia Católica y sus miembros son ciudadanos que gozan, como cualquier católico, de la máxima libertad personal en las cosas temporales. Así, Antonio Fontán -miembro numerario del Opus Dei-, por ejemplo ha sido declarado “héroe de la libertad de prensa” en España, como lo fue Ricardo Uceda en el Perú, precisamente por haberse opuesto desde el diario “Madrid” que dirigía, a ¡Francisco Franco! De tal modo que si hubo miembros del Opus Dei que fueron ministros y funcionaros del Estado español, en la época de Franco, los hubo también en la oposición. Como Rafael Calvo Serer que sufrió destierro durante todo el régimen de Franco, y el mismo Antonio Fontán, que ha sido ministro de Estado y presidente del Senado en la democracia posterior española, bajo el reinado de Juan Carlos I. Y como todos los españoles saben, son también del Opus Dei Rafael Larreina dirigente nada menos que de Euska Alkartasuna y Federico Trillo, ex presidente del Senado y actual ministro de Defensa de José María Aznar. Más disímiles políticamente, difícil. Ya se ve que Gorriti sobre la Iglesia Católica, sabe muy poco, está mal informado, y está muy confundido.
Así, pues, el dogmático periodista aludido no soporta que se afirme lo contrario de lo que él opina. Y para ridiculizar a quien se atreve a hacerlo, argumenta ignorando la historia, ignorando la naturaleza de la Iglesia y de sus instituciones, pontificando dogmáticamente sobre asuntos políticos, diciendo medias verdades, y ocultando el significativo dato de que la CVR le ha pagado por sus servicios, lo que explica, aunque entre una cosa y otra no haya relación de causa-efecto, por qué defiende tanto a esa CVR .
No tenemos “un fascista entre nosotros”, porque yo soy demócrata, con trece años consecutivos en el parlamento nacional, cinco veces elegido democráticamente. Hago política con errores y aciertos, como todo ser humano. Pero digo lo que pienso, sin dobleces, aunque esa forma de actuar me acarreé insultos y enemigos.
Tenemos un “cívico” intolerante entre nosotros, señores lectores del “cívico” Perú 21: el señor Gustavo Gorriti, que, seguramente mirándose al espejo, escribe suelto de huesos: “Una de las debilidades de la democracia es que, cuando es débil, y medio tonta como la nuestra (sic), cría a sus propios cuervos”. Y como él añade, “no lo digo como epíteto, sino como descripción”.