(La Razón, 07 Set 2003)

 Rafael Rey Rey

El parlamento inglés nació para controlar el afán de poner impuestos a los ciudadanos por el poder real. El Congreso de la República debe ser fiel a esa genuina misión del poder legislativo, razón de la consulta electoral para seleccionar a quienes sean capaces de discernir cuando vale la pena introducir un impuesto y cuando, en cambio, es preferible reducir el gasto público. Veamos cuatro casos actuales.

Primero: por lo menos medio millón de peruanos, empleados de la administración pública, sale de vacaciones forzadas a fin de año, independientemente de los planes familiares de cada uno, porque así el Estado ahorra, según cálculos no demostrados, de 30 a 40 millones de soles. No importa si lo padres quieren ir de vacaciones en otras fechas, por mil razones explicables. ¿No sería mejor ahorrar ese dinero, por ejemplo, con sobriedad en los gastos de Petroperú?

Segundo: esos mismos peruanos deben trocar obligatoriamente un día de fin de semana decretado por el gobierno como no laboral para turismo interno, tenga o no tenga planes de viajar, tenga o no  dinero o ilusión para ello, y sin calcular si la capacidad hotelera interna es suficiente o no, pero deben pagar esas horas quedándose una más al día en su centro de trabajo, hasta completar las horas no trabajadas obligatoriamente, no importa si a esa hora debe recoger a sus hijos del nido, realizar un trabajo extra o estudiar. ¿No sería mejor elaborar una buena y atractiva promoción turística que no afectara los calendarios y horarios de los empleados públicos?

Tercero. No sé si al momento de publicarse este artículo se habrá convertido de proyecto en realidad, o en programa piloto, la fórmula de aumento de sueldos por el sistema de vales alimentarios. Volvemos parcialmente a prácticas medievales de trueque suprimidas en la modernidad. ¿Ese es el camino para mejorar los sueldos y salarios, realmente, sin coactar a las empresas? ¿No es mejor que el trabajador disponga siempre de su remuneración en efectivo, para gozar con libertad del fruto de su  esfuerzo?

Cuarto. La propuesta de bancarización que obliga a pasar todo el dinero de consideración por una agencia bancaria, aparte del cúmulo de críticas provocado (“Es una medida aplicable sólo en países muertos de hambre”, se ha llegado a decir) dispone cómo manejar los negocios, las compra-ventas, la administración de empresas, etc. por ucase gubernativo, solamente para recaudar más tributos de manera forzada, como ocurrió con el impuesto a los cheques, lo que casi acabó con ellos. ¿No sería mejor un plan de privatizaciones y concesiones?

La ley de leyes comienza afirmando que la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado, y que toda persona tiene derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar.

Vacaciones forzadas, fines de semana forzados, devolución de horas forzadas, alimentos forzados, bancarización forzada, ¿son indispensables para la defensa de la persona, de su dignidad, de su identidad, de su integridad, de su libre desarrollo, de su bienestar? O es que todo se justifica –el fin justifica los medios- cuando de lo que se trata es de ponerle más impuestos a los contribuyentes, para gastar más y de cualquier manera?

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