(2003)
Rafael Rey Rey
Desde 1990 he podido seguir la larga trayectoria de los innumerables proyectos de leyes de educación. En 1993, siendo presidente de la Comisión de Educación y luego de escuchar a centenares de voces que, cada una desde su experiencia personal, expresaron honestamente sus puntos de vista presenté una propuesta. Lamentablemente, el gobierno de Alberto Fujimori no permitió que el proyecto se convirtiera en ley. Ese objetivo se ha logrado ahora, y la educación peruana tiene una ley que reemplaza a la promulgada en el segundo gobierno de Acción Popular.
El Consorcio de Centros Educativos Católicos del Perú, expresó en marzo y abril pasado sus inquietudes sobre las propuestas que se manejaban como proyectos de ley. La insistencia del Consorcio se centraba en recordar a la Comisión de Educación que las instituciones educativas privadas se rigen por las leyes establecidas para las mismas, siendo forzada la idea de aplicarle las que se refieren a la educación pública, que tiene otra naturaleza. Por lo mismo, el Consorcio insistió en la oportunidad de subrayar en la ley que el director es la primera autoridad en el colegio, su representante legal y responsable de la gestión en el ámbito pedagógico, institucional y administrativo, y así salvaguardar la autonomía interna que cada plantel requiere para trabajar bien.
Los artículos 71 y 72 de la ley general de educación, ley n° 28044, no recogieron la sugerencia del Consorcio sobre la necesidad de una legislación específica para los planteles particulares, y el artículo 55 sobre el director recoge la sugerencia pero añade normas que solamente se aplican al sector público, dejando otra vez en vacío legal el perfeccionamiento de la idea sugerida, para ser aplicada a cabalidad en la educación privada.
La Sunat se pronunció también en abril pasado, para insistir que la inafectación de las instituciones educativas por mandato constitucional se refiere solamente a las que no producen rentas, mientras que los fondos que se consideren utilidades deben pagar impuestos. El artículo 88 de la ley no tuvo en cuenta el criterio restrictivo de la Sunat. Los artículos 73 al 78 y el 82, señalan la descentralización regional de la educación pública, pero la calidad educativa no se garantiza por tener un régimen centralizado o descentralizado, sino por la calidad del servicio.
En los artículos 13 al 16, se habla del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación de la Calidad Educativa, a través de dos organismos centralizados y autónomos, uno para la educación básica y otro para la educación superior. Una utopía, por ahora, puesto que el Estado no ha dispuesto en el presupuesto de 2004 dinero alguno para estos institutos.
Otra utopía es la de multiplicar el año de educación inicial en tres años, como norma el artículo 36, lo que también absorberá un enorme presupuesto fiscal, si se hace realidad, incluyendo por cierto nutrición y salud, ya que bajo el piadoso dispositivo de que se puede hacer gradualmente (primera disposición complementaria), esta norma puede devenir en letra muerta.
Por su lado, el ministro de Salud, Álvaro Vidal, anuncia a los cuatro vientos que distribuirá condones en los colegios. Ha comprado para tal fin, 22 millones de unidades. En eso se gasta el dinero de salud y educación. Para eso pagaremos nuevos impuestos. La congresista Julia Valenzuela, Presidenta de la Comisión de Educación del Congreso, se opone a esta propuesta, sugiriendo que en vez de repartir condones se difunda los derechos del niño y del adolescente. El P. Ricardo Morales, presidente de Foro Educativo, ha dicho que no se pueden regalar condones como caramelos. El Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima, ha dicho que los valores morales no comienzan promocionando la sexualidad irresponsable de los adolescentes, cuyo resultado termina siendo, a pesar de los condones, la expansión del sida, de los embarazos adolescentes y de los abortos.
Mientras las prioridades educativas se concentren en la retórica demagógica y en repartir condones, la ínfima calidad educativa de los escolares peruanos bajará al subsuelo de la ignorancia de conocimientos debidos. Estudiarán menos pero podrán divertirse, a espaldas de sus padres, gracias a los condones del ministro de Salud.